sábado, 1 de junio de 2013



El mar como un vasto cristal azogado refleja la làmina de un cielo de zinc;lejanas bandadas de pàjaros manchan el fondo bruñido del pàlido gris.

El sol como un vidrio redondo y opaco, con paso de enfermo, camina al cenit; el viento marino descansa en la sombra teniendo de almohada su negro clarìn.

Las ondas que mueven su vientre de plomo debajo del muelle parecen gemir. Sentado en un cable, fumando su pipa, Está un marinero pensando en lads playas De un vago, lejano,brumoso país.

Es viejo ese lobo.tostaron su cara Los rayos de fuego del sol de brasil Los recieos tifones del mar de la china Le han visto bebiendo su frasco de gin.

La espuma, impregnada de yodo y salitre, Ha tiempo conoce su roja nariz, Sus crespos cabellos, sus bìceps de atleta, Su gorra de lona, su blusa de dril.

En medio del humo que forma el tabaco Ve el viejo el lejano, brumoso paìs, Adonde una tarde caliente y dorada,Tendidas las velas, partió el bergatìn...

Las siesta del trópico. El lobo se duerme. Ya todo lo envuelve la gama del gris. Parece que un suave y enorme esfunio Del curvo Horizonte borrara del confín.

Las siestas del trópico. La vieja cigarra ensaya su ronca guitarra senil, Y el grillo preludia un solo monótono En la única cuerda que está en su víolin.

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